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Phantasm - Ward: Consort music for five and six viols - Opus Musica

La sombra de Dowland es alargada y, bajo ella, yacen compositores británicos de más discreta presencia sonora pero de no menor enjundia musical. El Renacimiento inglés es una de las épocas más fecundas y exquisitas de la Historia de la Música, imposible de resumir en los dos o tres nombres "de siempre", por grandes que estos fuesen.

John Ward (ca. 1589 - 1638) es uno de esos autores preteridos, considerado -en el mejor de los casos- como un diletante que, como no llegó a tener cargos musicales ni en la Corte ni en la Iglesia, no parece digno de atención. Por eso tiene un muy especial interés este primer registro mundial de su obra para cinco y seis violas al completo: 20 fantasías y 3 In Nomine. Ya, por poner un caso reciente, había grabado alguna de las mencionadas fantasías el Concerto di Viole en el álbum "Crystal Tears" de Harmonia Mundi, pero como mero entremés instrumental en un recital eminentemente vocal del contratenor Andreas Scholl. El presente disco del siempre meritorio sello escocés Linn, grabado en Súper Audio CD, pone a Ward en su lugar: el de un compositor conocedor y serio, de muy sobria expresión pero no carente de encanto, con un dominio -eso sí, utilizado de un modo nunca abrumador o recargado- del contrapunto que parece ya anunciar el Barroco que se avecina. De hecho, Laurence Dreyfus (el director musical del disco) menciona, en el breve e interesante estudio introductorio -sólo en inglés-, la influencia que esta música hubiera podido tener en Purcell.

El cuarteto de violas de gamba Phantasm (Laurence Dreyfus y Wendy Gillespie, violas soprano; Jonathan Manson, viola tenor; Markku Luolajan-Mikkola, bajo de viola), conjunto residente de la Universidad de Oxford, toca estas piezas con la colaboración de dos violistas de prestigio, alumnos de sendos hermanos Kuijken: Emilia Benjamin, viola tenor, y Mikko Perkola, bajo de viola. La interpretación es modélica: sentida pero sumamente equilibrada; sin excesos, arrebatos ni asperezas, va directa al grano y expone esta música con total claridad; vamos, que el conjunto no hace honor a su curioso nombre. La acústica de la capilla del Wadham College oxoniense resulta ideal y la toma sonora, de Philip Hobbs, tan perfecta que pasa totalmente desapercibida, como siempre debiera ser. En definitiva: un disco así -por selección, presentación e interpretación- es, con diferencia, el mejor favor que se le puede hacer a un compositor que, como Ward, bien lo merezca. Por cierto, apunte curioso: la portada del álbum es un detalle de un cuadro de Brueghel del Museo de Prado.

Opus Musica
01 December 2009