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Mozart Symphonies 2 - SCO & Sir Charles Mackerras - Scherzo

Otra vez un Mozart excepcional de sir Charles. Hace dos años su álbum con las últimas 4 sinfonías del salzburgués cosechó un éxito internacional unánime. Llega ahora el que parece ser continuación de aquél con resultados artísticos parejos. No exageraríamos al afirmar que podemos estar ante el Mozart sinfónico idóneo. En cada uno de sus parámetros - contrastes, elegancia, vivacidad y frescura de trazo, atención al detalle, rendimiento orquestal, cantidad de efectivos en plantilla, colorido instrumental, claridad de texturas, equilibrio entre imaginación interpretative y escrupulosa observación de la letra y su contexto musicológico, etc - descrubrimos esa plasmación ideal que reúne la maxima consecución en todos los requisitos exigibles.

Comenzamos por una no 29 en la que asombra el mimo hasta en lo más aparentemente insignificante - hagan la prueba: seleccionen cualquiera de las líneas instrumentales, primarias, secundarias o de tercer orden, y síganla desde su aparición hasta su finalización. Escuchen su lógica constructive, su finura de trazo, y sabrán a qué nos referimos. El tempo justo, sin necesidad de imprimir más vigor del necesario, consigue una pletórica musculatura rítmica. Descubriremos incluso la valentía de plantear, dentro de esta praxis historicista, ese Andante con un legato bien definido, amplio y - ¿por qué no? - bellísimo. Al fin y al cabo, Mackerras debe de considerarse a estas Alturas de vuelta de todo, sabedor de que muchos de los máximos paladines historicistas a actuales aprendieron con él.

Tras esa en la menor, donde la naturalidad apenas parecedeberle nada a la batuta, en la Sinfonía "París" sí apreciamos una gran carga de subjetividad, con magníficos resultados en la traducción de todo el efectismo emocional y tímbrico que alberga la partitura. El impulse del assai inicial se transforma en inmaculada elegancia en el Andantino, para retornar al centelleo con el Allegro final. Como curiosidad infrecuente, se nos ofrece también como alternative el Andante que fuera descartado por Mozart tras el estreno. Finaliza el primer disco con la atípica no 32, plena de teatralidad y jugueteo.

En la segunda mitad, acierta el maestro americano con una Haffner ardiente de principio a fin, sin incurrir en la repetición fantasma de la exposición de primer tiempo, aunque para muchos tal vez necesite un punto de mayor sosiego durante el Andante o el Minueto. Y sigue subiendo el grado de ebullución con una Linz que, sin duda, se convierte en la primera opción de cuantas referencias discográficas disponemos. Ligera, chispeante, grácil y afirmativa: maravillosa, en una palabra.

Fantástico álbum cuya duración, no obstante, podría haber albergado sin problemas dos sinfonías más.

Scherzo
18 June 2010